
En uno de los libros de Julio Cortaza, Rayuela, se pude leer lo siguiente:
-"Sé que un día llegue a París, sé que estuve un tiempo viviendo de prestado, haciendo lo que otros hacen y viendo los que otros ven. Sé que salías de un café de la rue du Cherche-Midi y que nos hablamos. Esa tarde todo anduvo mal, porque mis costumbres argentinas me prohiben cruzar continuamente de una vereda a otra para mirar las cosas más insignificantes en la vitrinas apenas ilumiadas de una de las calles que ya no recuerdo. Entonces te seguia de mala gana, encontrándote petulante y malcriada, hasta que te cansaste de no estar cansada y nos metimos en un café del Boul'Mich' y de golpe, entre dos medialunas, me contaste un gran pedaso de tu vida.
Cómo podia yo sospechar que aquello que parecía tan mentira como verdadero, un Figari con violetas de anochecer, con caras lívidas, con hambre y golpes en los rincones. Más tarde creí, mas tarde hubo razones, hubo madame Léonie que mirándome la mano que habia dormido con tus senos me repitió casi tus mismas palabras, "Ella sufre en alguna parte
Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos(...)"
Rayuela, Capitulo I, página 18-19.
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